Muchas empresas pierden el tren del futuro no porque éste sea inescrutable, sino porque es desconcertante para sus intereses y hacen verdaderos esfuerzos para no creérselo. Cuando empresas como GM, Nokia, Kodak o Blockbuster se enfrentaron a la cruda realidad de las señales que anunciaban cambios drásticos en sus negocios, en lugar de actuar se dedicaron a negar todas las evidencias. La alta dirección de estas compañías tenía su inversión emocional anclada en el pasado, en lo que les había permitido llegar a ser lo que eran. Por el contrario, lo recomendable es que las discusiones sobre el futuro las lideren personas que no sientan la necesidad de defender decisiones que se tomaron hace muchos años. Las buenas oportunidades para renovar una empresa surgen en su periferia, más que en su corriente principal. Nos sirve el ejemplo de Nespresso, una spin-off de Nestlé que surgió de un equipo de empleados que experimentó, visualizó tendencias, salió a la calle y se entrevistó con grupos de clientes desatendidos y competidores no convencionales, detectando necesidades insatisfechas. Es difícil anticipar el futuro cuando la mayoría de los directivos están encerrados en sus oficinas y viven de sus éxitos pasados.

 

 

Jorge Parra

jparra@smartpoint.es